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La vida y sus pequeñas y grandes pruebas: desde unas hormigas hasta un diagnóstico inesperado

Foto del escritor: Daniel Tejeda CovarrubiasDaniel Tejeda Covarrubias

A lo largo del día, vivimos innumerables situaciones que nos ponen a prueba. A veces, son pequeños eventos cotidianos, como la paciencia que se nos escapa cuando descubrimos que unas hormigas han decidido construir su hogar en nuestra terraza. Otras veces, los desafíos son mucho más profundos, como recibir un diagnóstico inesperado que sacude nuestras certezas y despierta temores internos.

En ambos casos, la verdadera batalla no está en lo que ocurre afuera, sino en nuestra respuesta interna. No es el diagnóstico el que nos quita la paz, sino los pensamientos que lo rodean; no son las hormigas las que nos sacan del centro, sino nuestra resistencia a lo que es.


El miedo a perder el control

Como seres humanos, es natural que sintamos miedo, enojo, ansiedad o resistencia cuando algo interrumpe el curso de nuestra vida. Podemos haber trabajado en nosotros mismos durante años, practicado la meditación, cultivado la paz interior, y aun así, encontrarnos en situaciones que nos hacen dudar, tambalear o incluso caer. Esto no es un "fracaso" en nuestro crecimiento espiritual, sino parte del camino mismo.

Cuando una amiga muy querida me compartió su preocupación tras recibir un diagnóstico médico inquietante, le dije que su angustia no era tanto por la enfermedad en sí, sino por lo que podría significar: ¿Cómo cambiará mi vida? ¿Podré seguir con mis actividades? ¿Qué dirán los demás? Ella, como muchas personas, ha acompañado a otros en este tipo de procesos, pero ahora que le toca a ella, siente la lucha interna entre su sabiduría y sus emociones humanas. Y eso es completamente normal.

Le recordé que lo que realmente nos asusta no es la situación en sí, sino la historia que construimos a su alrededor. No tememos la enfermedad, tememos perder nuestra rutina, nuestra independencia, nuestra identidad. Pero la verdad es que, con o sin enfermedad, nuestra vida cambia constantemente y la mayoría de esos cambios dependen de nosotros, en gran medida. La incertidumbre es parte de la existencia.


Aceptar la imperfección del camino

Nos exigimos demasiado. Creemos que, por ser terapeutas, guías, yoguis o personas con trabajo interno, no deberíamos sentir miedo o ansiedad. Nos decimos que deberíamos ser siempre fuertes y estar en calma. Pero el verdadero crecimiento no está en evitar estos sentimientos, sino en aceptarlos cuando llegan, sin juzgarnos por ellos.


Si un yogui en meditación se distrae porque siente unas hormigas caminando a su alrededor, ¿significa que ha fallado? No. Significa que tiene una nueva oportunidad para regresar al presente, con amabilidad hacia sí mismo y hacia las hormigas. Lo mismo ocurre con las grandes pruebas de la vida. No se trata de nunca caer, sino de no castigarnos por ello, de darnos el espacio para sentir y, luego, volver a levantarnos.

El poder de nuestra respuesta

Las hormigas pueden ser ahuyentadas con vinagre y limón. Un diagnóstico puede requerir atención médica y cambios en el estilo de vida. Pero lo más importante es recordar que nuestra paz no depende de eliminar todos los factores externos que nos molestan o nos desafían, sino de la actitud con la que decidimos afrontarlos.

Podemos elegir vivir con miedo o con confianza. Podemos enfocarnos en la angustia por el futuro o en la gratitud por el presente. Podemos pelearnos con lo que no podemos controlar, o soltar, confiar y seguir adelante.

La vida nos pondrá siempre a prueba. A veces con cosas tan pequeñas como unas hormigas en la terraza. A veces con pruebas que parecen gigantescas. Pero en todas ellas, la verdadera enseñanza es la misma: soltar el control, confiar en la vida y recordar que siempre podemos regresar a nuestro centro.

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1 Comment


Gabriela Tejeda
Gabriela Tejeda
hace 5 días

Difícil, más no imposible, modificar nuestros pensamientos y reacciones.

Abrazo a tu alma, Sensei.

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