Viveka: el arte del discernimiento en la vida moderna
- Daniel Tejeda Covarrubias
- 28 ago
- 13 Min. de lectura
Actualizado: hace 7 horas
¿Qué es Viveka?
Viveka (विवेक, vi-vé-ka) es una palabra en sánscrito que significa discernimiento consciente: la capacidad de diferenciar entre lo que es esencial y lo que es accesorio, entre lo que te construye y lo que te desgasta, entre lo que te acerca a tu propósito espiritual y lo que te aleja de él. En términos simples: Viveka es aprender a elegir con claridad.

¿Por qué importa hoy?
Vivimos rodeados de estímulos: notificaciones, opiniones, tendencias, pendientes. La mente suele entrar en “modo automático” y reacciona por hábito o impulso. Viveka es el antídoto: una pausa lúcida para preguntar “¿esto me hace bien de verdad?” y elegir en consecuencia. No es teoría mística lejana: es una habilidad práctica que mejora tu salud, tus relaciones y tu paz mental.
Etimología
Viene de la raíz sánscrita vic, “separar, distinguir”. Viveka es “la facultad de separar lo real de lo aparente”, como cuando limpias un cristal y, por fin, ves nítido.
Discernir no es juzgar
Juzgar es etiquetar: “esto está mal, yo estoy mal/tú estás mal”.
Discernir es observar y elegir: “esto no me nutre; elijo otra cosa”.
Viveka no te hace rígido, te hace libre: te permite actuar desde claridad, no desde miedo o presión social.
Un marco simple para “aterrizar” Viveka
Piensa en tres preguntas guía, aplicables a cualquier decisión cotidiana (comida, mensajes, compras, descanso, pareja, trabajo):
¿Me acerca o me aleja de la persona que quiero ser?
¿Es esencial o accesorio para mi bienestar de hoy y de mañana?
¿Construye o deteriora mi energía, mi paz y mis vínculos?
Mini ejemplos de la vida real
Mensaje incómodo: antes de responder impulsivamente, respiras y decides un tono claro y respetuoso → Viveka en acción.
Alimentación: antojo por ansiedad vs. comida que de verdad te nutre → eliges conscientemente.
Redes: 20 min de inspiración o 2 horas de comparación y ruido → eliges límite sano.
“Viveka es la linterna interior que te ayuda a elegir lo que sí sostiene tu vida, con la serenidad de saber por qué lo eliges.”
Micro-práctica
Inhala profundo 3 veces.
Pregúntate: “¿Qué decisión pequeña de hoy merece mi mejor discernimiento?”
Escríbela en tu diario o en una nota del celular. Mañana revisas cómo te fue.
Viveka en la tradición del Yoga
En los textos clásicos del Yoga y del Vedānta, Viveka es considerado el primer paso en el camino espiritual. Śaṅkarācārya, gran maestro de la India, lo describió como el requisito esencial para todo buscador: sin discernimiento, la mente queda atrapada en la confusión y en la ilusión de que lo pasajero es permanente.
La enseñanza central es clara: lo real y eterno, la conciencia, el ser profundo no cambia, mientras que todo lo demás, el cuerpo, las emociones, los pensamientos, las circunstancias, está en constante movimiento. Practicar Viveka significa aprender a distinguir entre esas dos dimensiones.
Esta idea no es solo metafísica; es profundamente práctica. Cuando confundimos lo temporal con lo esencial, sufrimos. Cuando creemos que somos únicamente nuestro trabajo, nuestra apariencia o nuestros logros, nos volvemos frágiles porque esas cosas son inestables. En cambio, cuando reconocemos que nuestra identidad real está en algo más profundo y permanente, encontramos estabilidad aun en medio de los cambios de la vida.
En la tradición yogui, Viveka se entrena a través de la observación constante: al practicar posturas, al respirar con atención, al meditar. Cada experiencia se convierte en un laboratorio para notar la diferencia entre lo que pasa en la superficie y lo que permanece en el fondo. De ahí surge la claridad que guía al practicante, no como una doctrina impuesta, sino como un descubrimiento personal.
Así, Viveka no es un concepto abstracto encerrado en los libros sagrados: es la brújula que desde hace siglos los yoguis han usado para navegar la compleja experiencia humana.
Viveka desde la ciencia y la psicología
Cuando hablamos de Viveka como discernimiento, la ciencia cognitiva ofrece un marco claro para entender qué pasa en el cerebro cuando elegimos con lucidez. Una idea central es la teoría de doble proceso: la mente opera con dos modos. El primero (a veces llamado Sistema 1) es rápido, automático y emocional; el segundo (Sistema 2) es más lento, analítico y deliberado. Viveka se parece a activar ese modo deliberado cuando hace falta, para revisar lo que el modo automático propone y corregir sus atajos cuando nos llevan a errores o impulsos que no nos convienen.
Este “modo automático” usa heurísticas (atajos mentales) útiles para la vida diaria, pero que también generan sesgos: sobreconfianza, conclusiones apresuradas, efecto “lo que ves es todo lo que hay”, entre otros. Cuando Viveka entra en escena, ponemos freno a ese piloto automático, contrastamos la primera impresión y decidimos con datos, contexto y propósito. Es decir, Viveka fortalece el monitoreo metacognitivo: me doy cuenta de cómo estoy pensando y elijo pensar mejor.
Un sesgo especialmente relevante para el discernimiento es el sesgo de negatividad: la mente tiende a dar más peso a lo negativo que a lo positivo (una crítica hiere más que diez halagos). Saber que esto existe permite ajustar la balanza: Viveka no niega lo negativo, pero evita que domine el cuadro completo.
En términos neurobiológicos, varias líneas de investigación muestran que la práctica meditativa (atención plena, concentración, compasión, etc.) se asocia con mejoras en redes de control cognitivo (prefrontal) y en procesamiento interoceptivo (la lectura de señales del cuerpo), particularmente en ínsula, región clave para “sentirnos por dentro”. ¿Por qué importa esto para Viveka? Porque discernir no es solo pensar mejor; también es leer mejor el cuerpo (distinguir hambre real de ansiedad, cansancio de evitación, intuición de miedo). La integración entre corteza prefrontal (planificación/atención) e ínsula (interocepción) ayuda a tomar decisiones más conscientes y reguladas, en lugar de reactivas.
Además, atender sostenidamente (sostener la mirada mental en lo que importa y soltar distracciones) es una habilidad entrenable. Estudios con programas de mindfulness muestran cambios en atención sostenida y conectividad funcionalde redes frontoparietales que apoyan el control ejecutivo. En términos llanos: practicar presencia fortalece los “músculos” que Viveka necesita para operar cuando la vida te jala en mil direcciones.
Desde la psicología aplicada, esto se traduce así:
El modo automático nos sirve para decidir rápido (manejar, reconocer caras, responder peligros).
El modo deliberado se necesita cuando hay incertidumbre, impacto a largo plazo o emociones intensas.
Viveka es la llave que cambia de marcha: pauso, observo, evalúo, elijo.
El objetivo no es “apagar” el automático (sería antinatural), sino saber cuándo no basta. Por ejemplo, ante información incompleta o emociones encendidas, el automático tiende a exagerar lo negativo o a simplificar en exceso; Viveka invita a completar el contexto, contrastar y proyectar consecuencias antes de actuar.
Finalmente, la investigación sugiere que entrenar la atención y la conciencia corporal reduce reactividad emocional y mejora la autorregulación. En el lenguaje del yoga: cuando respiro y me observo, le doy espacio al discernimiento. En el lenguaje de la ciencia: ese espacio mejora la coordinación entre sistemas que detectan señales internas (ínsula) y sistemas que planifican y regulan (prefrontal), lo que se refleja en decisiones más coherentes con mis metas y valores.
En síntesis, Viveka “se apoya” en tres pilares científicos:
Doble proceso: saber pasar del automático al deliberado.
Sesgos (en especial el de negatividad): reconocerlos para compensarlos.
Neuroplasticidad por práctica atencional: fortalecer redes de control y lectura corporal.
Con esta base, entendemos que Viveka no es solo una idea bonita: es un proceso mental y corporal entrenable que mejora la calidad de nuestras decisiones.
Viveka en la vida cotidiana
Hablar de Viveka fuera del salón o fuera del tapete es hablar de decisiones concretas. En la vida diaria, discernir significa notar cuándo estoy en automático y cuándo elijo con claridad. El automático no es “malo”; solo es incompleto. Viveka llega para completar el panorama y afinar la elección. A continuación, escenas comunes con un mismo hilo conductor: detenerse un instante, ver mejor y elegir mejor.
Alimentación.
Automático: “Tengo hambre (ansiedad); me merezco esto.”Discernimiento: “¿Tengo hambre real o solo estoy inquieto?”
Elección clara: si es hambre real, comer algo que nutra; si es ansiedad, primero beber agua, respirar, caminar dos minutos. El cuerpo agradece cuando lo escuchas con honestidad.
Pantallas y redes.
Automático: abrir el teléfono “dos minutos” que se vuelven cuarenta.
Discernimiento: “¿Esto me inspira o me drena?”
Elección clara: fijar una intención antes de entrar (buscar algo puntual) y tener un límite de salida. Si aparece comparación o ruido, cerrar. Viveka protege la atención como un recurso sagrado.
Compras y dinero.
Automático: “Está en oferta; si no lo compro hoy lo pierdo.”Discernimiento: “¿Lo necesito o quiero tapar un vacío?”
Elección clara: esperar 24 horas y revisar presupuesto. Lo esencial sostiene; lo impulsivo pesa. La libertad financiera empieza por distinguir deseo de necesidad.
Trabajo y agenda.
Automático: decir sí a todo, llenar la semana, apagar incendios.
Discernimiento: “¿Qué tareas crean valor real y cuáles son ruido?”Elección clara: priorizar lo que impacta a mediano plazo y agendar bloques de enfoque. Decir “no” a lo accesorio es decir “sí” a lo esencial.
Relaciones.
Automático: quedarse por costumbre o por miedo a la soledad; reaccionar desde la herida.
Discernimiento: “¿Esta relación nos hace crecer a los dos?”
Elección clara: conversar con honestidad, poner límites si hace falta, o soltar con respeto. Viveka no rompe por impulso; corrige el rumbo con respeto.
Comunicación (mensajes, correos).
Automático: responder rápido y luego arrepentirse.
Discernimiento: “¿Cuál es mi intención? ¿Qué efecto tendrá esta respuesta?”
Elección clara: pausar, ser directo y amable, pedir claridad cuando algo no se entiende. Lo breve y honesto evita malentendidos.
Salud, movimiento y descanso.
Automático: “No tengo tiempo.”
Discernimiento: “¿De verdad no hay tiempo o no he decidido priorizarlo?”
Elección clara: 10–20 minutos diarios de movimiento y un horario realista de sueño. Viveka elige la constancia posible sobre la perfección imposible.
Crianza y familia.
Automático: reproducir lo que a mí me hicieron (“porque así es”).
Discernimiento: “¿Esto educa desde el miedo o desde el amor firme?”Elección clara: explicar con pocas palabras, sostener límites, validar emociones. Discernir el cómo es tan importante como el qué.
Hogar y entorno.
Automático: acumular “por si algún día…”.
Discernimiento: “¿Esto aporta serenidad o estorba mi energía?”
Elección clara: depurar con criterio (quedarse con lo útil, bello o significativo). Un espacio claro favorece una mente clara.
Decisiones difíciles.
Automático: buscar atajos, evitar incomodidad, posponer.
Discernimiento: “¿Qué opción es coherente con mis valores, aunque ahora incomode?”
Elección clara: elegir lo que construye a largo plazo. Viveka mira más allá del momento y prefiere el camino que fortalece el carácter.
Espiritualidad en lo cotidiano.
Automático: prácticas mecánicas, sin presencia.
Discernimiento: “¿Estoy aquí o solo estoy cumpliendo?”
Elección clara: menos cosas y más conciencia. Un minuto de presencia verdadera vale más que diez de repetición vacía.
El patrón se repite: una pausa breve cambia la calidad de la elección. Viveka no te pide ser perfecto; te invita a ser consciente. Y esa conciencia, aplicada en lo pequeño, transforma lo grande: el estado de ánimo, la energía, la dirección de la vida. Elegir con claridad, una y otra vez, es una forma cotidiana de libertad.
Ejercicios prácticos para entrenar Viveka
Hablar de Viveka es inspirador, pero entrenarlo es lo que lo convierte en un hábito real. Igual que un músculo necesita repetición para fortalecerse, la capacidad de discernir también requiere práctica constante. A continuación, algunos ejercicios sencillos y aplicables a la vida moderna:
1. La pausa de tres segundos.Este ejercicio es la base. Consiste en detenerse brevemente antes de actuar o responder. Tres segundos pueden parecer poco, pero marcan la diferencia entre reaccionar en automático y elegir con claridad. La instrucción es simple: ante cualquier decisión, grande o pequeña, respira tres veces y pregúntate: ¿Esto me acerca o me aleja de la persona que quiero ser? Con el tiempo, esta pausa se vuelve un reflejo natural.
2. El diario del discernimiento.Durante una semana, cada noche escribe una sola frase respondiendo: ¿Qué decisión(es) tomé hoy con conciencia en lugar de hacerlo en automático?. No se trata de llenar páginas, sino de reconocer una acción diaria en la que ejercitaste Viveka: elegir una comida saludable, posponer una respuesta agresiva, priorizar el descanso. Este registro crea un efecto de retroalimentación positiva: al ver por escrito tus avances, refuerzas la motivación para seguir.
3. El método de la doble pregunta.Cuando enfrentes un deseo o impulso fuerte, haz dos preguntas rápidas: ¿Esto es esencial o accesorio?, ¿Esto construye o deteriora mi paz?.
Responder con honestidad, aunque no sea lo que quieres escuchar, ya es una forma de discernir. Este método ayuda en compras, alimentación, redes sociales o discusiones.
4. La meditación del tercer ojo. Siéntate en silencio, cierra los ojos y lleva la atención al entrecejo, donde en la tradición se ubica el “tercer ojo”. Imagina allí una luz azul que se enciende como linterna, iluminando tu interior. Repite mentalmente: “Que pueda ver con claridad.” Bastan cinco minutos diarios. Esta práctica simboliza y refuerza el acto de abrir un espacio de visión interna antes de decidir.

5. El experimento de los 24 horas.Antes de tomar decisiones no urgentes, como una compra, una respuesta complicada, un cambio de planes, date 24 horas. Este margen permite que el impulso inicial se enfríe y que la reflexión madure. En muchos casos descubrirás que el deseo desaparece o que la respuesta se afina. En otros, confirmarás que la decisión era correcta, y la tomarás con más convicción.
6. La práctica del espejo. Al terminar el día, mírate brevemente en un espejo y pregúntate: “¿Hoy elegí desde la claridad o desde la inercia?”. Esta práctica, aunque sencilla, genera autoobservación profunda. No se trata de juzgarte, sino de reconocer el rumbo y ajustar si es necesario.
Estos ejercicios no buscan perfección inmediata, sino entrenamiento constante. El poder de Viveka se desarrolla en lo cotidiano, en esas pequeñas elecciones que repetidas día tras día moldean la calidad de nuestra vida.
Obstáculos comunes para el discernimiento
Practicar Viveka parece sencillo en teoría, pero en la vida real hay fuerzas internas y externas que entorpecen la claridad. Reconocer estos obstáculos es el primer paso para neutralizarlos. No se trata de eliminarlos por completo, sino de aprender a identificarlos y gestionarlos.
1. La impulsividad.
Las emociones intensas, enojo, miedo, euforia, activan respuestas rápidas que bloquean la reflexión. En esos momentos, el cuerpo se prepara para reaccionar, no para pensar. Por eso muchas veces nos arrepentimos después: porque decidimos en un pico emocional sin darle espacio al discernimiento. La práctica es simple: pausar unos instantes antes de actuar en caliente.
2. La presión social.
Vivimos rodeados de expectativas: lo que la familia espera, lo que dicta la moda, lo que muestran las redes. Sin darnos cuenta, podemos elegir en función de “qué dirán” en vez de lo que realmente queremos o necesitamos. Viveka se debilita cuando dejamos que el ruido externo defina nuestro rumbo. Para contrarrestarlo, conviene preguntarse: ¿Esta decisión la tomaría aunque nadie me mirara?
3. Los hábitos automáticos.
La mayoría de nuestras acciones diarias son rutinas: lo que comemos, cómo nos movemos, cómo respondemos a ciertos estímulos. Esto ahorra energía, pero también perpetúa conductas que quizá ya no nos sirven. Cuando operamos solo desde la costumbre, olvidamos cuestionar si esa costumbre sigue teniendo sentido. Aquí, Viveka pide revisar: ¿Este hábito aún es útil o ya es una carga?
4. El miedo a equivocarse.
Paradójicamente, a veces no decidimos por temor a tomar la decisión incorrecta. Ese miedo congela la claridad: dudamos tanto que terminamos en la indecisión. Viveka no significa elegir siempre de forma perfecta, sino elegir con conciencia y aprender de la experiencia. El obstáculo es creer que equivocarse es fracasar; la verdad es que equivocarse también enseña.
5. La saturación de información.
En la era digital, el exceso de datos y opiniones puede abrumar. Cuando todo parece urgente y relevante, distinguir lo esencial se vuelve más difícil. La solución es aplicar filtros: priorizar fuentes confiables, simplificar opciones y recordar que no toda información merece atención. Menos ruido, más claridad.
6. La falta de descanso.
Un cerebro cansado discierne con menor claridad. El sueño insuficiente, la fatiga y el estrés sostenido reducen la capacidad de tomar decisiones con calma. A veces creemos que el problema es “no tener fuerza de voluntad”, cuando en realidad lo que falta es descanso. Dormir bien y cuidar la energía es una base indispensable para que Viveka funcione.
Estos obstáculos no son enemigos a vencer, sino recordatorios de que el discernimiento requiere práctica y condiciones adecuadas. Al reconocerlos, dejamos de culparnos y empezamos a crear espacios donde la claridad pueda florecer.
Viveka como camino de libertad
Al final, el propósito de Viveka no es volvernos más rígidos ni más exigentes con nosotros mismos, sino más libres. Discernir no significa vivir calculando cada paso con miedo a equivocarse, sino aprender a distinguir lo que nos ata de lo que nos libera.
La verdadera esclavitud no está afuera, sino en los automatismos que gobiernan nuestra vida: los impulsos que no cuestionamos, los hábitos que repetimos sin sentido, los pensamientos que se adueñan de nuestra mente. Viveka ilumina esas cadenas y nos recuerda que podemos elegir distinto.
En la tradición del yoga, esa claridad es el inicio de la liberación interior. Cuando reconozco que no soy solo mi cuerpo ni solo mi mente, cuando aprendo a diferenciar lo pasajero de lo esencial, dejo de vivir como esclavo del cambio constante. Descubro un espacio de calma que no depende de circunstancias externas.
En la vida práctica, esa libertad se traduce en decisiones más coherentes con lo que realmente valoramos:
Elegir relaciones que nutren en lugar de sostener vínculos por miedo.
Elegir hábitos que construyen salud en vez de seguir rutinas que deterioran.
Elegir palabras que abren puentes en lugar de reacciones que levantan muros.
Cada elección consciente es un acto de libertad. Y, como todo en el yoga, no se trata de un cambio inmediato, sino de un camino: cada día, una decisión clara; cada día, un paso más hacia una vida con propósito.
Viveka es, en última instancia, una práctica de autonomía espiritual y humana. No para alejarnos del mundo, sino para vivir en él con mayor claridad, menos confusión y más paz interior. Cuando el discernimiento se convierte en hábito, dejamos de sentir que la vida nos arrastra y comenzamos a sentir que la navegamos con rumbo.
En conclusión
Vivir con Viveka no significa vivir sin errores, sino vivir con conciencia. Significa atrevernos a pausar, observar y elegir desde un lugar más profundo que el impulso inmediato. En un mundo lleno de estímulos, discernir es un acto de poder: el poder de no ser arrastrado por la confusión y de dirigir la vida hacia lo que de verdad importa.
El yoga enseña que lo real es lo que permanece, y que lo pasajero, aunque hermoso o doloroso, no nos define. Viveka es la linterna que nos ayuda a recordarlo en medio del ruido moderno. Cada vez que ejercitamos ese discernimiento, nos acercamos a la libertad interior: menos reactividad, más propósito, más paz.
Una pregunta sencilla puede abrir la puerta a esa claridad:“¿Quién está reaccionando ahora, mi ego o mi Ser?”. Si la respuesta es “mi ego”, entonces lo que siento es transitorio. Si la respuesta es “mi Ser”, entonces estoy en contacto con lo eterno. Esa diferencia cambia por completo la manera de enfrentar cualquier situación.

Practicar Viveka es un camino de liberación cotidiana. No se trata de huir del mundo, sino de vivirlo con ojos despiertos. En cada decisión, pequeña o grande, está la oportunidad de elegir con lucidez. Y con cada elección consciente, nos vamos acercando a lo que en el fondo siempre hemos sido: seres libres, plenos y en paz.
Gracias, gracias, gracias. ⚜️🙏🏽