Śūnya: el Silencio que Revela
- Daniel Tejeda Covarrubias
- 16 sept
- 2 Min. de lectura
En el camino del Yoga hay una experiencia que, aunque difícil de poner en palabras, es fundamental para comprender la profundidad de esta disciplina: Śūnya, el vacío, el silencio de la mente. No es la nada, ni una ausencia superficial; es la suspensión de todo movimiento mental, un estado en el que las olas de los pensamientos dejan de agitar la superficie de la conciencia y se revela lo que siempre estuvo allí: la quietud, la plenitud, la presencia del Ser.

Patañjali, en los Yoga Sūtra (I.2), lo expresa de manera precisa: “yogaś citta-vṛtti-nirodhaḥ”, Yoga es la detención de las fluctuaciones de la mente. Ese instante en que los vṛtti se aquietan, no surge ruido, surge Śūnya. Lo que queda no es un vacío muerto, sino el espacio vivo donde el Ser se reconoce a sí mismo. En las prácticas de prāṇāyāma, especialmente en el kumbhaka, se vislumbra con claridad: en la suspensión de la respiración, el tiempo parece detenerse y uno se encuentra, aunque sea por un destello, en ese silencio que no depende de nada externo.
En la vida cotidiana, casi todo lo que nos pasa tiene su raíz en la incapacidad de aquietar la mente. Una persona que responde impulsivamente en una discusión, que conduce distraída y provoca un accidente, que repite errores por estar atrapada en pensamientos automáticos… todos ellos son ejemplos de lo que ocurre cuando no hay espacio interior. La mente inquieta llena cada instante con ruido, y en ese ruido perdemos la claridad. Por el contrario, cuando cultivamos Śūnya, hasta las situaciones difíciles encuentran otro cauce: el enojo no domina, la distracción no nos arrastra, las decisiones nacen desde un centro sereno.
La tradición budista habla de Śūnyatā, la vacuidad, no como un vacío de carencia sino como la revelación de que nada tiene existencia separada, que todo surge en interdependencia. Nāgārjuna enseñaba que comprender la vacuidad es comprender la totalidad de las cosas. Y los Upaniṣad ya señalaban que del no-ser surge el ser, que del espacio silencioso nace la creación entera. El vacío, en este sentido, no es un hueco, sino el vientre cósmico.
Como practicantes espirituales, tenemos una responsabilidad ética: no reducir estos conceptos a metáforas superficiales, ni convertirlos en frases de moda. Śūnya no es cualquier pausa ni cualquier silencio externo. Es un estado cultivado con disciplina, fruto de la meditación, del prāṇāyāma y de la entrega del practicante. Enseñar su valor es dar a los alumnos una herramienta que transforma la práctica en experiencia espiritual auténtica.
Śūnya no se fuerza ni se fabrica. Llega cuando hemos aprendido a reconocer y soltar el ruido, cuando dejamos de identificarnos con cada pensamiento, cuando el cuerpo, la respiración y la mente se alinean en quietud. Entonces, lo que aparece es un silencio que no depende de circunstancias, un espacio que sostiene y nutre, una plenitud que no necesita nada para ser.
Ese es el regalo de Śūnya: mostrarnos que más allá de todo movimiento, de todo error y de toda ignorancia, existe un espacio inmutable en nosotros. Aprender a entrar en él, aunque sea por instantes, es abrir la puerta a la verdadera experiencia de Yoga.
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